“Ponte al sol para que se te pongan los huesos fuertes” es una frase muy frecuente en la vida doméstica y familiar. Pero, ¿cuál es la relación entre la luz del sol y el buen estado de salud de nuestro esqueleto? La respuesta está en la vitamina D.

Esta vitamina es la encargada de que nuestro cuerpo absorba el calcio y lo deposite en los huesos. Su déficit produce graves problemas óseos; en niños produce raquitismo y en adultos, los huesos que se fracturan sin una lesión real, debilidad muscular, dolor óseo sobre todo en las caderas y en mujeres osteoporosis tras la menopausia.

El 90% de la vitamina D que necesitamos se sintetiza mediante la exposición de la piel a la radiación ultravioleta B de los rayos solares a partir de otras sustancias que tenemos en el cuerpo. “En verano es posible alcanzar la cantidad idónea recomendada de vitamina D exponiendo brazos y piernas entre cinco y 10 minutos al sol del mediodía dos o tres días a la semana”, según explica la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

Pero no sucede lo mismo en otoño e invierno, cuando los rayos de sol directo son escasos. “En la Península Ibérica, excepto en Huelva, Sevilla, Málaga y Almería, en los meses de octubre a marzo, la radiación solar recibida es insuficiente para producir los precursores de la vitamina D en la piel”, aseguran los expertos del semFYC.

En estas fechas para alcanzar los niveles óptimos de vitamina D debemos ingerirla a través de la dieta. Los alimentos ricos en este nutriente esencial son el aceite de hígado de bacalao, los pescados azules (salmón, caballa, sardina), marisco, yema de huevo, hígado de ternera, lácteos enteros o desnatados enriquecidos, cereales enriquecidos y mantequilla.

Hay personas que requieren un aporte extra de vitamina D porque no se exponen a la luz solar por circunstancias especiales, como las mujeres que tienen el cuerpo cubierto por ropa por motivos religiosos, los ancianos que permanecen la mayor parte del tiempo dentro de su casa o personas que viven en lugares donde no suele dar el sol directo, como latitudes altas donde hace frío y desarrollan su vida en lugares cerrados.

Así que no hay que olvidar que el Sol, aparte de para ponernos morenos, nos aporta vitamina D pero sin olvidar que siempre hay que ser cuidadoso y echarnos protección bien de protección.

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Mareo, dolor de cabeza, estrés. Las cefaleas, caracterizadas por dolores de cabeza recurrentes, según la OMS, son uno de los trastornos más comunes del sistema nervioso. Son trastornos primarios dolorosos e incapacitantes como la jaqueca o migraña, la cefalea tensional y la cefalea en brotes. También puede ser causada por muchos otros trastornos, de los cuales el consumo excesivo de analgésicos es el más común.